Trastorno por Déficit
de Atención e Hiperactividad (TDAH),
es el término por el cual se conoce
un síndrome caracterizado por tres
síntomas nucleares de trastornos
como son la inatención, la hiperactividad
y la impulsividad, los cuales no siempre
tienen que estar presentes conjuntamente.
Hoy se considera que el
TDAH puede ser el trastorno psiquiátrico
no diagnosticado más común
en los adultos (Weiss G. 1999). El diagnóstico
de TDAH en el adulto se basa especialmente
en el antecedente de TDAH en la infancia.
Niños con TDAH tienen mayor riesgo
de sufrir algunas comorbilidades junto con
su trastorno durante la infancia y adolescencia,
en especial trastornos de ansiedad, afectivos
(depresión) y obsesivo compulsivos,
abuso de drogas, y personalidad antisocial
(Biederman J., 1992) .
Los adultos presentan una
variedad aún más complicada
de trastornos psiquiátricos que los
niños, como un mayor riesgo de problemas
derivados del consumo de sustancias tóxicas,
depresión, ansiedad, mayor riesgo
de accidentes de tráfico (Barkley
y cols., 2002), así como de contraer
enfermedades de transmisión sexual
(Spencer y cols., 2002). Se debe tomar en
cuenta que el adulto desde la niñez
ha debido crear mecanismos y recursos para
así compensar su déficit de
atención y poder ser funcional en
su vida académica y laboral, a costa
de gran esfuerzo.
El TDAH puede ocasionar
graves alteraciones en la adaptación
social y laboral de los pacientes y, por
ende, mermar significativamente su calidad
de vida.
En general, se tiende a
entender el TDAH como un trastorno sólo
limitado a la infancia y adolescencia, y
por esto faltan recursos especializados
en el diagnóstico, tratamiento y
evaluación de pacientes adultos.
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